Los misteriosos hombres de negro y los conocimientos prohibidos
Desde hace muchos años se habla de la existencia de unos misteriosos Hombres de Negro que parece se dedican a hacer desaparecer los libros que hablan de los secretos de la naturaleza y de las fuentes de saber desconocido. Actúan de un modo silencioso y sus huellas las podemos encontrar tanto en Oriente como en Occidente. Los Hombres de negro (en inglés Men in Black,MiB) serían, según la tradición contemporánea más popular y la especulación de algunos grupos creyentes en el fenómeno extraterrestre, presuntos agentes secretos gubernamentales o extra-gubernamentales encargados de ayudar a ocultar una hipotética presencia extraterrestre en la Tierra. A veces se da a entender que los extraterrestres pueden ser ellos mismos. El término también se utiliza para describir a misteriosos hombres que trabajan para organizaciones desconocidas, así como a las distintas ramas del gobierno estadounidense, supuestamente con el objetivo de proteger secretos de estado o realizar otras actividades extrañas. El término en sí es genérico, que se utiliza para referirse a cualquier individuo con una conducta extraña, amenazadora o poco común, cuya aparición en escena puede estar vinculado, en cierto modo, con un avistamiento ovni. El investigador Bill Moore cree que los Hombres de Negro forman parte de la muy real Oficina de Investigaciones Especiales de la Fuerza Aérea (la AFOSI), un departamento de seguridad interno de los Estados Unidos constituido en 1948. Puesto que una de las misiones de la AFOSI es la de proteger la tecnología, los programas y al personal sobre una crisis global de “amenazas externas“, los hombres de negro tendrían como función confundir o amedrentar a investigadores y testigos de ovnis y visitantes extraterrestres, además de confiscar supuestas evidencias de presencia alienígena, con el propósito de preservar del conocimiento público las visitas de extraterrestres a nuestro planeta. Relacionado con el fenómeno de los Hombres de Negro tenemos libros tales como “Die Rosenkreuzer; Zur Geschichte einer Reformation”; “La magia negra”, de Estanislao de Guatia; “Estudios de los Mahatmas, sus misterios y sus soluciones”, de Saint Yves d’Alveeydre, que desaparecieron sin dejar rastro. No obstante, aún tenemos acceso a otros libros que se encuentran dentro de la categoría de los “prohibidos” y cifrados. Los más interesantes son: “El papiro Voynich”, “Nefer-Ka-Ptah y el Libro de Thot”, y “Las estancias de Dzyan”.
“Se pueden escribir cinco líneas que destruirían la civilización“, escribió el prestigioso astrofísico Fred Hoyle. Esas líneas quizá formen parte de algunos de los textos “demasiado peligrosos” que han desaparecido sin dejar rastro o fueron sistemáticamente destruidos o censurados a lo largo de la Historia, como El Libro de Toth, que da poder sobre la materia, el Manuscrito Voynich, que explica cómo usar la energía cósmica, o la Esteganografía de Tritemo, que enseña como hipnotizar a distancia. Se calcula que en el gran incendio de la Biblioteca de Alejandría se quemaron medio millón de obras que contenían el conocimiento científico de civilizaciones extintas. Pero aquellos no son los únicos textos que podrían cambiar nuestra concepción del mundo y que han desaparecido. Aunque algunos textos no han sido escamoteados de la lectura pública por la acción del fuego sino por grupos interesados en que nunca salgan a la luz. Esta es al menos la opinión del escritor francés Jacques Bergier y de muchos investigadores que sostienen que la destrucción y la censura sistemática del saber científico a lo largo de la Historia han sido y son una cuestión mucho más real que literaria. Los libros prohibidos han inspirado a muchos escritores como el norteamericano H. P. Lovecraft, que en sus “Mitos de Cthulú” menciona el “Necronomicón” que condensa la magia cósmica. El Necronomicón (en griego Nεκρονομικόv) es un grimorio (libro mágico) ficticio ideado por el escritor estadounidense H.P.Lovecraft (1890-1937), uno de los maestros de la literatura de terror y ciencia ficción. Es mencionado por primera vez en el cuento The hound (El sabueso, 1922). Su presunto autor fue el «árabe loco» Abdul Alhazred, cuyo nombre figura en The nameless city (La ciudad sin nombre, 1921). El libro es, asimismo, mencionado por otros autores del círculo lovecraftiano, como August Derleth o Clark Ashton Smith. Desde entonces, el libro ficticio ha inspirado la publicación de diversas obras de igual título. La etimología de Necronomicón es más transparente de lo que suele creerse. Aunque la forma no está testimoniada en griego antiguo, se trata de una construcción análoga a adjetivos comunes como ἀστρονομικός (astronómico), oοἰκονομικός (económico). Estos adjetivos están formados por tres elementos: Un lexema (ἀστρο-, οἰκο-, νεκρο-) + el lexema νόμος(‘ley, administración’) + el sufijo –ικος, sin significado, que sirve para formar adjetivos. Así pues, astronómico significa etimológicamente “relativo a la ley u ordenación de los astros“; el neologismo necronómico sería “relativo a la ley (o las leyes) de los muertos“.
Cuando estos adjetivos se ponen en neutro singular (ἀστρονομικόν) o plural (ἀστρονομικά), adquieren un valor genérico. Por ejemplo, “lo relativo a los astros” o “las cosas relativas a la ordenación de los astros“. Necronomicón, neutro singular, es por tanto“(el libro que contiene) lo relativo a la(s) ley(es) de los muertos“, del mismo modo que el Astronomicon, del poeta latino Marcus Manilius (siglo I d.C.), es un tratado sobre los astros. En una carta de 1937, dirigida a Harry O. Fischer, Lovecraft revela que el título del libro se le ocurrió durante un sueño. Una vez despierto, hizo su propia interpretación de la etimología. A su juicio significaba «Imagen de la Ley de los Muertos», pues en el último elemento (-icon) quiso ver la palabra griega εἰκών (latín icon), «imagen». Según H.P. Lovecraft, el Necronomicón es un libro de saberes arcanos y magia ritual, cuya lectura provoca la locura y la muerte. Pueden hallarse en él fórmulas olvidadas que permiten contactar con unas entidades sobrenaturales de un inmenso poder, los Antiguos, y despertarlas de su letargo para que se apoderen del mundo, que ya una vez fue suyo. Se supone que está dividido en cuatro libros: el primero cuenta las grandezas de los Primigenios y sus legiones; y el esplendor de los Dioses; el segundo habla sobre lo acontecido en el año de la muerte y el temido Nyarlathotep; el tercero narra acerca de la magia, de sus rituales, y secretos; el cuarto describe lo escrito en el Libro del Destino, que anuncia lo que sucederá en la sagrada Orden. Nyarlathotep (también llamado:El Caos Reptante –Crawling Chaos en inglés-) es un dios primordial ideado por el escritor Howard Phillips Lovecraft. Aparece en un gran número de sus relatos y es, al parecer, una gran masa poliposa con una larga excreción roja. No obstante, se caracteriza por adoptar diversas formas según sus pretensiones. Además de aparecer en el ciclo de relatos de los Mitos de Cthulhu, aparece también en En busca de la ciudad del sol naciente (o, más literalmente traducido: La búsqueda-sueño de la desconocida Kadath (The Dream-quest of unknown Kadath), del mismo H. P. Lovecraft, obra perteneciente al Ciclo de aventuras de Randolph Carter o Las tierras del sueño. Quizás la cita más famosa del Necronomicón en la narrativa de Lovecraft es ésta: «Que no está muerto lo que yace eternamente, y con los eones extraños incluso la muerte puede morir». El Necronomicón aparece en gran parte de los escritos de Lovecraft, que cita también otros libros de magia, como De vermis mysteriis (en latín, “Sobre los misterios del gusano“) y Le culte des goules (que en francés quiere decir “El culto de los gules“), atribuido al Conde D’Erlette, un guiño a August Derleth, miembro del “Círculo de Lovecraft“. Otros de los libros, reales o no, que aparecen en las ficciones de Lovecraft son: los fragmentos omanuscritos pnakóticos; Image du Monde, de Gauthier de Metz, y “El gran dios Pan“, de Arthur Machen.
En 1927, Lovecraft escribió una breve nota sobre la autoría del Necronomicón y la historia de sus traducciones, que fue publicada en 1938, tras su muerte, como Una historia del Necronomicón. Según esta obra, el libro fue escrito con el título de Kitah Al-Azif (en árabe: “el rumor de los insectos por la noche“), rumor que en el folclore arábigo se atribuye a demonios como los djins y gules. Fue escrito, alrededor del año 738 d.C. por el poeta árabe Abdul Al-Hazred (cuyo nombre original podría haber sido Abdala Zahr-ad-Din, o Siervo-de-Dios-Flor-de-la-Fe), de Saná (Yemen). Se dice que Alhazred murió a plena luz del día devorado por una bestia invisible delante de numerosos testigos, o que fue arrastrado por un remolino hacia el cielo. Lovecraft abunda en datos para hacer verosímil la existencia del libro. Por ejemplo, cita como uno de sus compiladores a Ibn Khallikan, erudito iraní que existió realmente. También cuenta que hacia el año 950 fue traducido al griego por Theodorus Philetas y adoptó el título actual grieg de Necronomicón. Tuvo una rápida difusión entre los filósofos y hombres de ciencia de la Baja Edad Media. Sin embargo, los horrendos sucesos que se producían en torno al libro hicieron que la Iglesia Católica lo condenara en el año 1050. En el año 1228, Olaus Wormius tradujo el libro al latín, en la que es la versión más famosa. Según la ficción lovecraftiana aún quedan algunos ejemplares de ella, mientras que los originales árabe y griego se creen perdidos. A pesar de la persecución, según Lovecraft se realizaron distintas impresiones en España y Alemania durante el siglo XVII. Supuestamente, se conservarían cuatro copias completas: una en la biblioteca Widener de la Universidad de Harvard, dentro de una caja fuerte; una copia del siglo XV, en la Biblioteca Nacional de París; otra en la Universidad de Miskatonic en Arkham (EEUU); y otra en la Universidad de Buenos Aires. Además, quedarían algunos fragmentos dispersos en Simancas. Sobre el carácter ficticio del libro, Lovecraft escribió lo siguiente: “Ahora bien, sobre “los libros terribles y prohibidos”, me fuerzan a decir que la mayoría de ellos son puramente imaginarios. Nunca existió ningún Abdul Alhazred o el Necronomicón, porque inventé estos nombres yo mismo. Luwdig Prinn fue ideado por Robert Bloch y su De Vermis Mysteriis, mientras que el Libro de Eibon es una invención de Clark Ashton Smith. Robert E. Howard debe responder de Friedrich von Junzt y su Unaussprechlichen Kulten….En cuanto a libros escritos en serio sobre temas oscuros, ocultos, y sobrenaturales, en realidad no son muchos. Esto se debe a que es más divertido inventar trabajos míticos como el Necronomicón y el Libro de Eibon”.
De hecho, el famoso árabe loco Abdul Alhazred no es más que un apodo que él mismo se puso en la infancia, inspirado en la lectura de Las mil y una noches. Lovecraft logró hacer un excelente engaño al aportar datos respecto al Necronomicón. Por ejemplo, señalaba que quedaban muy pocos ejemplares de tal libro “prohibido” y “peligroso“. En el cuento “El horror de Dunwich” se ubican ejemplares en la Universidad de Buenos Aires, en la Biblioteca de Widener de Harvard, la Biblioteca Nacional de París, en el Museo Británico y en la inexistente Universidad de Miskatonic en la ciudad de Arkham (que aparece repetidamente en los cuentos de Lovecraft). Tanto es así que muchos creen efectivamente en la existencia de tal libro y se han dado casos de sujetos estafados al comprar los supuestos “originales” del Necronomicón. Sin lugar a dudas, este libro tiene la fama de dar pie a las más grandes confusiones. Se pueden encontrar páginas en internet que pretenden desvelar sus misterios y hasta lugares donde se ofrece a la venta. Es frecuente que se cometan estafas, ofreciendo “ejemplares del Necronomicón” y réplicas de grimorios medievales. August Derleth cuenta en su artículo “The Making of a Hoax” cómo en la publicación “Antiquarian Bookman” aparece un anuncio, en 1962, que dice: “Alhazred, Abdul. Necronomicón, España 1647. Encuadernado en piel algo arañada descolorida, por lo demás buen estado. Numerosísimos grabaditos madera signos y símbolos místicos. Parece tratado (en latín) de Magia Ceremonial. Ex libris. Sello en guardas indica procede de Biblioteca Universidad Miskatonic. Mejor postor”. En el mismo artículo se cuenta que una vez un estudiante gastó la broma de incluir su ficha en el registro de la Biblioteca General de la Universidad de California, en la sección BL 430, dedicada a las religiones primitivas. Así, el Necronomicón fue pedido insistentemente (incluso por profesores). Se dice que Jorge Luis Borges creó una ficha sobre el mismo en la Biblioteca Nacional de Argentina, así como que en el catálogo de la Biblioteca de Santander (España) aparecía también una versión latina del libro. Numerosos escritores y artistas han intentado hacer realidad esta ficción, con lo que se han publicado muchos libros con este título. Normalmente se procura mantener el misterio y en el mismo libro no se incluyen aclaraciones explicando que es falso. Algunos de estos necronomicones son simples listados de los primigenios más conocidos, junto a símbolos y oraciones sin significado, imitando burdamente el estilo de Lovecraft. Pero existen también algunos muy cuidados, valiosos y dignos de colección. Por problemas de derechos de autor, algunos de ellos no contienen las frases que Lovecraft inventó como citas del Necronomicón en sus relatos.
El dibujante H. R. Giger publicó una recopilación de sus dibujos bajo el título Giger’s Necronomicon, en dos volúmenes, en una edición muy cuidada pensada para coleccionistas. Cabe destacar el Necronomicón de Donald Tyson (publicado en 2004 por Edaf), escrito como la biografía en primera persona de Abdul Alhazred, siguiendo el estilo literario de los escritores árabes, y que recoge y explica todos los mitos y ciudades que aparecen en los relatos de Lovecraft, incluyendo la explicación del origen del mundo con el estilo trágico de Lovecraft. El escritor italiano Humberto Ecco, en “El nombre de la Rosa“, narra una historia medieval de intrigas sobre una biblioteca de obras condenadas guardada en un convento por monjes inquisidores. Para Jacques Bergier muchas de las palabras prohibidas a que alude Hoyle están en los textos que el escritor francés ha descrito en su trabajo “Los libros malditos” (“Les livres maudits“), que se ha convertido en una obra de referencia entre los aficionados a los conocimientos esotéricos y el saber oculto. Bergier, autor junto a Louis Pauwels de otro libro de referencia denominado “El retorno de los brujos”, afirma en su libro que existe una cofradía tan antigua como la civilización, que impide la difusión demasiado rápida o extensa de los conocimientos que pueden ser demasiado peligrosos para ser revelados. El escritor llama a este grupo los “hombres de negro”. Entre los integrantes de esta presunta cofradía censora, cuyos rastros aparecen tanto en la historia antigua de China y la India, como en el pasado de Occidente, habrían figurado el escritor francés Joseph de Maistre y el zar Nicolás II de Rusia. En 1885, según señala el investigador francés, el escritor Saint-Yves d’Alveydre debió destruir su obra, “Misión de la India en Europa y Misión de Europa en Asia. La cuestión de los Mahatmas y su solución” bajo amenaza de muerte, y su reedición la destruyeron los nazis alemanes al invadir Francia y París, en 1940. Pero éste es sólo uno de los cientos de textos y hallazgos científicos que, según Jacques Bergier, han desaparecido sin dejar rastro o han sido ocultados a la sociedad. Una de las obras prohibidas más legendarias es el “Libro de Toth“, un papiro de entre 10.000 y 20.000 años de antigüedad, copiada en secreto, que ya poseían los sacerdotes y faraones egipcios y que, al parecer, contenía los secretos de diversos mundos y daba un enorme poder a sus poseedores. El libro, que alude a diversos documentos históricos, confería poder sobre la tierra, los océanos y los cuerpos celestes, y permitía desde interpretar a los animales, para comunicarse, hasta obrar a distancia.
La destrucción de este antiquísimo libro fue anunciada varias veces, incluso por la Inquisición, pero ha reaparecido varias veces a lo largo de la Historia y no se descarta que ahora esté en poder de algunos grupos, que posean y utilicen sus secretos. Este compendio de conocimientos científicos, “nacido del fuego” pero considerado “incombustible“, se atribuye a Hermes Trismegisto, el fundador de la alquimia y uno de los padres del saber hermético. El Libro de Toth jamás ha sido visto impreso o reproducido, y se ignora la forma en que podía consultarse. Según Bergier, en la lista de presuntos textos condenados, algunos provenientes de civilizaciones desaparecidas, también figura el Manuscrito Mathers, escrito por Samuel Liddell “MacGregor” Mathers, que fundó una de las sociedades esotéricas secretas más famosas de la historia, la Golden Dawn (“El Alba Dorada“). Pero, según Bergier, el mayor éxito de los “hombres de negro” ha sido la destrucción de la Biblioteca de Alejandría, iniciada por Julio César, en el año 47 a.C., continuada por el emperador Diocleciano en el 285 d.C,, y finalizada en el año 646 por los árabes, que la destruyeron hasta sus cimientos. Este edificio monumental, fundado en el 297 a.C. por Demetrio de Falera y que contaba con departamentos de Ciencias Naturales y Matemáticas, contenía unos setecientos mil documentos, de los cuales casi ninguno ha sobrevivido y entre los que al parecer se encontraban los secretos de la transmutación del oro y la plata. La destrucción de la Biblioteca alejandrina eliminó los manuscritos del historiador y astrólogo Beroso, quien inventó el cuadrante solar semicircular y concibió una teoría sobre el conflicto entre los rayos del Sol y la Luna, la cual anticipaba las modernas investigaciones sobre la interferencia de la luz. Entre los manuscritos destruidos figuraban obras de Pitágoras, Salomón y Hermes, parte de las cuales estarían en bóvedas secretas de las pirámides egipcias, según se afirma. Entre los textos quemados en Alejandría, también figuran los de una enigmática civilización que precedió al antiguo Egipto conocido, y otros textos demasiado “peligrosos” para ser divulgados. En Alejandría también estaban las obras de Manethón, un sabio que conocía los secretos del antiguo Egipto, así como del escritor fenicio Mocus, a quien se atribuye la invención de la teoría atómica. Con la destrucción, a lo largo de los siglos, de otras grandes bibliotecas como las de Constantinopla, la de los Califas, de El Cairo, la Islámica, de Trípoli, en Libia, o de los Califas de Córdoba, en España, se han perdido cientos de miles de obras y datos científicos, que seguramente hubieran modificado nuestra vida y visión del mundo.
Otro sabio, presuntamente censurado por los “hombres de negro”, fue el abad Johannes Trithemius, nacido en Alemania en 1462 y muerto en 1516, quien reunió en el monasterio de San Martín, la mayor biblioteca de su país, y efectuó unas investigaciones que intentó divulgar en otro de los grandes libros malditos: la Esteganografía, del que sólo sobrevive un manuscrito incompleto. El rey Felipe II, de España, ordenó destruir la misteriosa obra, mezcla de lingüística, matemáticas, cábala judía y parapsicología, que informaba sobre un método para hipnotizar a distancia, por telepatía, con la ayuda de ciertas manipulaciones del lenguaje. La primera edición de lo que quedaba de la Esteganografía se publicó en 1610. Pero, aún expurgada, el Santo Oficio prohibió, hasta 1930, la difusión de este texto, donde se exponen una serie de escrituras secretas, cuyo empleo requería el uso de aparatos no muy diferentes de la radio actual, ¡pero en el siglo XVII!. Trithemius, que predijo en su libro la declaración de Balfour sobre la creación del Estado de Israel, también publicó, en 1515, una historia cíclica de la Humanidad, que recuerda tanto la tradición hindú como algunas teorías científicas modernas. No es difícil creer que, en otras civilizaciones, se haya producido, no una ausencia de ciencia, sino un secreto impuesto a la ciencia. Tal parece ser el origen de la leyenda de los Nueve Desconocidos, aparentemente relacionados con los actuales Hombres de Negro. La tradición de los Nueve Desconocidos se remonta al emperador Asoka, que reinó en la India a partir del año 273 a.C. Era nieto de Chandragupta, primer unificador de la India. Ambicioso como su antepasado, cuya labor quiso completar, emprendió la conquista del país de Kalinga, que se extendía desde la actual Calcuta a Madras. Los kalingueses resistieron y perdieron cien mil hombres en la batalla. La vista de esta multitud sacrificada trastornó a Asoka. Desde entonces le tomó horror a la guerra. Renunció a proseguir la integración de los países insurrectos, declarando que la verdadera conquista consiste en ganar el corazón de los hombres por la ley del deber y la piedad, pues la Majestad Sagrada desea que todos los seres animados disfruten de seguridad, de la libre disposición de sí mismos, de la paz y de la felicidad. Convertido al budismo, Asoka, con el ejemplo de sus propias virtudes, propagó esta religión por toda la India y por todo su imperio, que se extendía hasta Malasia, Ceilán e Indonesia. Después, el budismo conquistó Nepal, el Tibet, la China y Mongolia. Asoka respetaba, empero, todas las religiones. Predicó el vegetarianismo y proscribió el alcohol y los sacrificios de animales.
H. G. Wells, en su Historia del mundo abreviada, escribe: «Entre las decenas de millares de nombres de monarcas que se apretujan en las columnas de la Historia, el nombre de Asoka brilla casi solo, como una estrella». Se dice que, conocedor de los horrores de la guerra, el emperador Asoka quiso prohibir para siempre a los hombres el mal uso de la inteligencia. Bajo su reinado, entra en el secreto la ciencia de la Naturaleza, pasada y por venir. Las investigaciones, desde la estructura de la materia a las técnicas de la psicología colectiva, se disimularán en adelante, y durante veintidós siglos, detrás del rostro místico de un pueblo al que el mundo considera dedicado sólo al éxtasis y a lo sobrenatural, Asoka funda la más poderosa sociedad secreta de la Tierra: la de los Nueve Desconocidos. Se dice aún que los grandes responsables del destino moderno de la India. Y algunos sabios creen en la existencia de los Nueve Desconocidos, e incluso reciben de ellos consejos y mensajes. La imaginación entrevé la fuerza de los secretos que pueden detentar nueve hombres que se lucran directamente de las experiencias, de los trabajos, de los documentos acumulados durante más de diez decenas de siglos. Los fines de estos hombres son los de no dejar que los medios de destrucción caigan en manos profanas y proseguir las investigaciones beneficiosas para la Humanidad. Estos hombres se supone que se renuevan para guardar los secretos técnicos venidos de un remoto pasado. Las manifestaciones exteriores de los Nueve Desconocidos son raras. Una de ellas tiene relación con el prodigioso destino de uno de los hombres más misteriosos de Occidente: el Papa Silvestre II, conocido también por el nombre de Gerbert d’Aurillac. Nacido en Auvernia, el año 920, y muerto en 1003, Gerbert fue monje benedictino, profesor de la Universidad de Reims y arzobispo de Rávena por la gracia del emperador Otón III. Se dice que estuvo en España y que un misterioso viaje lo llevó a la India, de donde sacó diversos conocimientos que llenaron de estupefacción a los que le rodeaban. Así fue como poseyó en su palacio una cabeza de bronce que respondía «sí» o «no» a las preguntas que le hacían sobre la política y la situación general de la cristiandad. Según Silvestre II el procedimiento era muy sencillo y correspondía al cálculo con dos cifras. Se trataría de un autómata análogo a nuestras modernas máquinas binarias. La cabeza «mágica» fue destruida a la muerte del Papa, y los conocimientos registrados por ésta, cuidadosamente disimulados. Sin duda la biblioteca del Vaticano reservaría algunas sorpresas al investigador autorizado.
En el número de octubre de 1954 de Computers and Automation, revista de cibernética, podemos leer: «Hay que suponerle un hombre de saber extraordinario, de un ingenio y una habilidad mecánica sorprendentes. Esta cabeza parlante debió de ser modelada bajo cierta conjunción de las estrellas que se sitúa exactamente en el momento en que todos los planetas van a comenzar su curso». No era cuestión de pasado, de presente ni de futuro, pues este invento, aparentemente, superaba con mucho el alcance de su rival: el perverso espejo en la pared de la reina, precursor de nuestros cerebros mecánicos modernos. Se dijo, naturalmente, que Gilbert fue sólo capaz de producir esta máquina porque estaba en tratos con el diablo y le había jurado eterna fidelidad. ¿Estuvieron otros europeos en relación con la sociedad de los Nueve Desconocidos ? Hay que esperar al siglo XIX para que resurja este misterio, al través de los libros del escritor francés Jacolliot, cónsul de Francia en Calcuta bajo el Segundo Imperio. Escribió una obra de anticipación comparable a la de Julio Verne. Ha dejado además varios libros consagrados a los grandes secretos de la Humanidad. Su extraordinaria obra ha sido saqueada por la mayoría de los ocultistas, profetas y taumaturgos. Completamente olvidada en Francia, es célebre, en cambio, en Rusia. Jacolliot dice que la sociedad de los Nueve Desconocidos es una realidad. Y lo más extraordinario es que cita, a este respecto, técnicas que eran del todo inconcebibles en 1860, como, por ejemplo, la liberación de la energía, la esterilización por radiaciones y también la guerra psicológica. Yersin, uno de los más próximos colaboradores de Pasteur y de Roux, pudo haber tenido acceso a secretos biológicos a raíz de un viaje a Madras, en 1890, y puesto a punto, gracias a las indicaciones que recibiera, el suero contra la peste y el cólera. La primera vulgarización de la historia de los Nueve Desconocidos se produjo en 1927, con la publicación de un libro de Talbot Mundy que perteneció, durante veinticinco años, a la Policía inglesa de la India. El libro está a medio camino entre la novela y la investigación. Según él, los Nueve Desconocidos emplearían un lenguaje sintético. Cada uno de ellos estaría en posesión de un libro constantemente escrito de nuevo y que contendría la exposición detallada de una ciencia. El primero de estos libros estaría consagrado a las técnicas de propaganda y de guerra psicológica. «De todas las ciencias —dice Mundy— la más peligrosa sería la del control del pensamiento de las multitudes, pues ella permitiría gobernar el mundo entero».
Hay que observar que la Semántica general, de Korjibski, sólo data de 1937. Y hay que esperar a las experiencias de la última guerra mundial para que empiecen a cristalizar en Occidente las técnicas de psicología del lenguaje, es decir, de propaganda. El primer colegio de semántica americano no fue creado hasta 1950. En Francia, conocemos Le Viol des Foules, de Serge Chokotin, cuya influencia ha sido importante en los medios intelectuales políticos, aunque no haga más que rozar la cuestión. El segundo libro de los Nueve Desconocidos estaría consagrado a la fisiología. Como tema más importante, explicaría el medio de matar a un hombre con sólo tocarle, produciéndose la muerte por inversión del flujo nervioso. Se dice que el «judo» pudo nacer de «filtraciones» de esta obra. El tercero estudiaría la microbiología, y especialmente los coloides de protección. El cuarto trataría de la transmutación de los metales. Según una leyenda, en tiempos de penuria, las organizaciones religiosas de caridad reciben, de fuente secreta, grandes cantidades de un oro muy fino. El quinto comprendería el estudio de todos los medios de comunicación, terrestres y extraterrestres. El sexto contendría los secretos de la gravitación. El séptimo sería la más vasta cosmogonía concebida por nuestra Humanidad. El octavo trataría de la luz. El noveno estaría consagrado a la sociología, formularía las reglas de la evolución de las sociedades y permitiría prever su caída. Con la leyenda de los Nueve Desconocidos, se relaciona el misterio de las aguas del Ganges. Multitudes de peregrinos, portadores de las más espantosas y diversas enfermedades, se bañan sin ningún peligro para los que están sanos. Las aguas sagradas lo purifican todo. Se ha querido atribuir esta extraña propiedad del río a la formación de bacteriófagos. Pero, ¿por qué no se forman también en el Brahmaputra, en el Amazonas o en el Sena? La hipótesis de una esterilización por radiaciones aparece en la obra de Jacolliot, cien años antes de que se sepa que tal fenómeno es posible. Estas radiaciones, según Jacolliot, provendrían de un templo secreto situado bajo el lecho del Ganges. Al margen de las agitaciones religiosas, sociales y políticas, resueltas y perfectamente disimuladas, los Nueve Desconocidos encarnan la imagen de la ciencia serena, de la ciencia con conciencia. Dueña de los destinos de la Humanidad, pero absteniéndose de emplear su propio poderío, esta sociedad secreta constituiría un homenaje de la libertad en las alturas.
Vigilantes en el seno de su gloría oculta, estos nueve hombres contemplan cómo se hacen, deshacen y rehacen las civilizaciones, menos indiferentes que tolerantes, prestos a ayudar, pero siempre en este silencio que es la medida de la grandeza humana. ¿Mito o realidad? En todo caso un mito surgido de lo más hondo de los tiempos y resaca del futuro. La Inquisición española, que comenzó a partir de 1483 una quema general de libros impulsada por fray Tomás de Torquemada, elaboró en el año 1540 una Lista de Obras Prohibidas. Poco después, en 1548, Roma organizó la Congregación del Santo Oficio de la Inquisición, encargada de redactar la primera lista de Libros Prohibidos que se conoce. Con ambas “listas negras“, que se unificaron en 1559 originando el “Index Auctorum et Librorum Prohibitorum” (índice de autores y libros prohibidos), los inquisidores recorrieron Europa saqueando las bibliotecas y persiguiendo a los autores “herejes“. Según Bergier existen listas de inventos demasiado peligrosos y una de estas listas, creada por militares franceses, incluye no menos de ochocientos artículos científicos, que podrían batir la marca de los libros condenados y malditos de todos los tiempos, si alguien escribiese un texto que los comprendiese a todos. Otro de los grandes libros condenados, el Manuscrito Voynich, atribuido a Roger Bacon, se ha librado de la destrucción y se encontraba hasta hace unas décadas a la vista de todos, en venta por 160.000 dólares en una librería de Nueva York. La razón de ser accesible es que nadie ha conseguido descifrarlo. Este antiguo texto, que guardaría conocimientos científicos enormes, desde la estructura de la galaxia de Andrómeda o la dinámica celular hasta la descripción de cientos de plantas sin identificar, está cifrado en una lengua desconocida. El manuscrito tomó su nombre del librero que lo compró en 1912, después de que pasara por las manos de Rodolfo II en 1584-88. El lingüista estadounidense W. Newbold afirmó que lo había descifrado, pero después lo desmintió. Para algunos, el experto prefirió callar, ante las amenazas recibidas y la magnitud de los conocimientos que se compendian en el libro. Según algunos estudiosos, el manuscrito Voynich contiene secretos tan peligrosos como la naturaleza de las novas o la explosión final de las estrellas, o los mecanismos de los cuásares, los objetos cósmicos más energéticos que se conocen. Además contendría información sobre fuentes de energía mucho mayores que la bomba de hidrógeno y tan sencillas de manejar que era capaz de comprenderlas un hombre del siglo XIII.
Continuando con los Hombres de Negro, debemos decir que los detalles concernientes a ellos varían, pero algunas de las descripciones más comunes son: que visten impecables trajes negros; que viajan en automóviles del mismo color, predominando los modelos antiguos de Cadillac; que su tez es oscura, o bien muy pálida, siendo sus rasgos faciales vagamente orientales; que su voz es atiplada, o de resonancia metálica; y modales corteses pero amenazantes. También se han descrito casos de comunicación telepática, sensación de vivencia onírica y otros sucesos desconcertantes. Los hombres de negro parecen poseer mucha información sobre las personas con las que se ponen en contacto, dando a entender que la gente con la que contactan ha sido objeto de un seguimiento exhaustivo durante un largo período de tiempo. Curiosamente, se dice que no están familiarizados con utensilios comunes en la vida diaria como podrían ser bolígrafos y cubiertos. A pesar de la homogénea apariencia externa que presentan, el comportamiento social puede variar considerablemente entre uno y otro hombre de negro. Normalmente, su modus operandi pasa por simular ser agentes que buscan información acerca de los fenómenos paranormales que hayan podido ver las personas a las que entrevistan. Según el folclore del fenómeno ovni y las ideas más extendidas sobre los hombres de negro, éstos usan instrumentos especializados, llamados Neuralizadores, para borrar la memoria de los sujetos con los que hablan, a fin de de eliminar de la mente de los sujetos la vivencia de fenómenos paranormales. En ocasiones pueden llegar a ser muy distantes y reservados. También parece que están tratando de “suprimir” la información. Por ejemplo, tratando de convencer a su sujeto de que el fenómeno nunca ha existido. Quizá la primera vez que se mencionó a los hombres de negro fue en septiembre de 1953. Albert K. Bender, presidente de laInternational Flying Saucer Bureau (IFSB), anunció haber descubierto la verdad sobre los ovnis y que la publicaría en el siguiente número de su revista. Este ejemplar jamás fue publicado, ya que Bender supuestamente recibió la visita de tres hombres que confirmaron sus suposiciones pero le prohibieron revelarla. Bender pensaba que había dado con la solución, y poniendo sus opiniones por escrito, las envió por correo a un amigo. Cuando estos individuos llegaron, tenían en su poder el material, que nunca llegó a su destino. Le dijeron que había sido el único entre todos los investigadores en dar con la respuesta. Para su información le añadieron unos cuantos detalles más que no conocía, asustándole de tal forma que se puso enfermo y no probó bocado en varios días.
A partir de entonces Bender fue un hombre cambiado, que no quiso volver a hablar de ovnis con nadie. Terminó escribiendo un libro titulado Flying Saucers and the Three Men (Los platillos volantes y los tres hombres), en el que dijo que contaría todo lo que le había sucedido. En realidad lo único que hizo fue complicar más las cosas cuando mencionó su proyección astral a una base de platillos volantes situada en el Antártico. El libro parecía ser sólo una tapadera de lo que había ocurrido en realidad. Al poco Bender disolvía la IFSB alegando que el misterio estaba desvelado pero que la verdad estaba siendo ocultada por una alta fuente. Para muchos, estos MiB venían del gobierno, a raíz de la investigación del IFBS sobre una explosión en el cielo con caída de objetos metálicos, en Connecticut, el 19 de agosto de 1953. El gobierno USA se empezaba a encontrar molesto con las intromisiones de la organización y la dimensión que empezaba a tomar. Además, la IFBS estudiaba las trayectorias de los objetos para obtener las bases de origen. Tres agentes del gobierno habrían coaccionado a Bender para terminar la investigación y con la organización. Pero para Grey Barker, uno de los colegas de Bender, el hecho era más que eso, de modo que siguió investigando, encontrándose con más apariciones de estos MiB recibidas por los miembros del IFBS en Nueva Celanda y Australia. Otro episodio célebre es el del Dr. Herbert Hopkins. El doctor Hopkins, que residía en Maine (EE.UU.), sometió a regresión hipnótica a los implicados en una abducción ovni en Septiembre de 1976, recogiendo sus testimonios en grabaciones y conservando unas monedas como prueba de los hechos, a fin de continuar investigando el tema. Poco después, mientras se encontraba sólo en su casa una noche, recibió la llamada de un hombre que se identifica como vicepresidente de una organización ufológica para pedirle una cita para hablar de las regresiones. El doctor se mostró de acuerdo en tratar el asunto y nada más colgar ya llamaban a su puerta sin que pudiese ver coche alguno delante de su casa. El visitante era un hombre calvo, sin cejas ni pestañas, con los labios pintados sobre su piel pálida como la de un cadáver. Vestía completamente de negro salvo por la camisa blanca. Toda su ropa estaba impecable y perfectamente planchada. Hopkins narra la experiencia sufrida por sus pacientes y, al acabar, el visitante le pide que le deje una de las monedas. Éste la coge entre sus dedos y ante la mirada atenta del doctor la moneda se va haciendo cada vez más borrosa hasta desaparecer. Como le explica el visitante, jamás volverá a verla en este planeta. Además, le recomienda que borre las cintas y abandone las investigaciones.
Ambos continúan charlando sobre temas ufológicos, hasta que el visitante habla cada vez más despacio para terminar diciendo: “Mi energía se está agotando, debo irme“; se levanta y sale tambaleándose por la puerta. Al poco el doctor ve un destello luminoso por la ventana. Alarmado por el incidente, el doctor pregunta por el extraño individuo a la organización a la que dijo pertenecer, sin que nadie le conociera. Tras otro incidente sufrido por su hijo y su nuera, el doctor decidió abandonar la investigación y borrar las cintas. Desde los años cincuenta la gente que ha investigado seriamente sobre ovnis ha sido repetidamente molestada con misteriosas llamadas telefónicas y entrevistas directas, acompañadas por amenazas. Han ocurrido accidentes extraños, ha muerto gente en circunstancias misteriosas y, en general, se ha hecho quedar bien claro que investigar demasiado a fondo la naturaleza de los ovnis era meterse en problemas. Estos personajes suelen adoptar la forma de los “hombres de negro“. Donde aparecen, lo hacen normalmente en grupos de tres, vestidos con trajes negros y calzados con zapatos de gruesas suelas de crèpe. Unas veces van a la moda y otras con varias décadas de retraso. Las ropas son nuevas, y todos los objetos que llevan parecen salidos de fábrica. Suelen llegar en un Cadillac tipo limousine o, en una ocasión concreta, en un Buick negro de un modelo anticuado pero que olía por dentro como coche nuevo. Todo el mundo se deshace en conjeturas sobre la identidad de estos hombres de negro. En un principio, los investigadores pensaron si serían agentes del gobierno, porque muchas veces decían ser de la C.I.A. o de las altas jerarquías de las Fuerzas Aéreas de los Estados Unidos, exhibiendo las correspondientes tarjetas de identificación. Luego, los informes sobre sus visitas se hicieron tan frecuentes que los organismos gubernamentales se empezaron a preocupar y a desmentir los rumores que los asociaban con los hombres de negro. Aparentemente, el asunto parecía preocuparles tanto como a los demás. Bruce Cathie, estando en Nueva Zelanda, fue abordado en un hotel, durante uno de sus vuelos. Había dado a conocer que llevaba consigo fotografías de las misteriosas antenas que se estaban multiplicando en la zona donde vivía. Tres individuos se hallaban sentados en una mesa cercana, y uno de ellos se le acercó y trató de darle conversación, mientras el sobre con las fotos estaba sobre la mesa, a su vista. El hombre trató de que Cathie le indicara un nombre y una dirección donde se le pudiera localizar. Cathie estaba preparado para esto y no accedió. Finalmente, se disculpó y subió a su habitación, volviendo a bajar para poner sus fotos en la caja fuerte del hotel. Los hombres ya no estaban allí, y al preguntarle a la chica de recepción cuándo habían pasado por allí, ella le dijo que nadie se había marchado. Parece que estos seres tienen la desconcertante costumbre de desvanecerse literalmente en el aire.
En 1903, el sabio ruso Mijaíl Mijáilovich Filipov fue hallado muerto en su laboratorio. La Policía confiscó sus papeles y el manuscrito de un libro. El Zar Nicolás II examinó el legajo que contenía los estudios científicos de Filipov y después su laboratorio y todas sus investigaciones fueron destruidas. Aparentemente había sido asesinado por orden de la Ojrana, la policía especial del zar. La Policía confiscó todos los papeles del sabio y, en particular, el manuscrito de un libro que, de haberse editado, habría de constituirse en la 301ª publicación de este reconocido científico. El zar Nicolás II examinó personalmente el legajo y, después, el laboratorio fue destruido por completo, y quemados los documentos. El libro incautado se titulaba: “La revolución por las ciencia o el fin de las guerras“. No era un libro exclusivamente teórico. Filipov había escrito a sus amigos y sus cartas debieron ser abiertas y leídas por la Policía secreta. El texto decía: “Puedo transmitir en un haz de ondas cortas toda la fuerza de una explosión. La onda explosiva se transmite íntegramente a lo largo de la onda electromagnética portadora, y esto hace que un cartucho de dinamita que estalle en Moscú pueda llevar su efecto hasta Constantinopla. Los experimentos que he realizado demuestran que este fenómeno puede producirse a miles de kilómetros de distancia. El empleo de un arma semejante en la revolución hará que los pueblos se levanten y que las guerras sean completamente imposibles“. Curiosamente, este descubrimiento era muy parecido a otro del genial científico Nikola Tesla. Se comprende que una amenaza de esta clase impresionase al zar y que se tomasen las medidas necesarias con la mayor rapidez y eficacia. Pero, antes de entrar en los detalles del asunto, conviene dar algunos datos sobre el propio Filipov. Sabio a todas luces eminente, había publicado el trabajo de Costantin Tsiolkovski titulado Exploración del espacio cósmico por aparatos de reacción. Sin Filipov, Tsiolkovski habría permanecido desconocido, y bien puede decirse que el “Sputnik” y la astronáutica moderna son debidos indirectamente a Filipov. Este tradujo al francés, dándola a conocer al mundo entero, la obra capital de Mendéleviev, “Bases de la química“, donde se expresa la famosa ley de Mendéleviev acerca de una tabla periódica de los elementos. Filipov fundó también una importantísima revista de vulgarización científica de alto nivel, la primera que se publicó en Rusia, y que se titulabaRevista de la Ciencia.
Filipov era marxista convencido y se esforzaba en difundir las ideas marxistas, por muy peligroso que esto fuese a la sazón. Tolstoi dice en su diario, el 19 de Noviembre de 1900, “He discutido con Filipov sobre marxismo, es muy convincente“. Pero Filipov no se limitó a ser un sabio, sino que fue también uno de los grandes escritores rusos. Alrededor de 1880, publicó El sitio de Sebastopol, novela que tanto Tolstoi como Gorki consideraron admirable. Cabe preguntar cómo una vida tan breve, ya que fue asesinado a los cuarenta y cinco años de edad, pudo ser tan fecunda. Filipov redacto una enciclopedia entera, fundó una revista que reagrupó a todos los sabios rusos y publicó también artículos de escritores como Tolstoi y Gorki. Trabajó durante toda su vida, no solo por la difusión de la ciencia, sino también por la del método científico. ¿Qué podemos pensar de la realidad de su invento? Recordemos, ante todo, que un invento muy parecido se realizó en los Estados Unidos, en 1976. Se llamaba, impropiamente, bomba de argón. El principio de este invento es que la energía producida por la explosión de un cartucho de dinamita en un tubo de cuarzo, comprime el argón gaseoso, que se hace intensamente luminoso. Esta energía lumínica es concentrada en un rayo láser y transmitida de este modo, en forma de luz, a gran distancia. Con ello se consiguió incendiar una maqueta de avión, de aluminio, a una altura de mil metros. Se ha realizado, pues, efectivamente, una forma incompleta del aparato de Filipov. Desde luego, él no llegó a conocer el láser, pero estudiaba las ondas ultracortas, de una longitud aproximada a un milímetro, que producía por medio de un generador de chispas. Publicó varios trabajos a este respecto. Ahora bien, las propiedades de esas clase de ondas eran parcialmente desconocidas, y Filipov pudo muy bien encontrar la manera de convertir la energía de una explosión en un haz estrecho de ondas ultracortas. Puede parecer sorprendente que un sabio aislado pudiese hacer un descubrimiento tan importante, descubrimiento que se ha perdido por completo. Pero existen varios argumentos contra esta ultima objeción. En primer lugar, Filipov no era un sabio aislado. Mantenía comunicación con las más grandes mentes científicas del mundo entero, leía todas las revistas y poseía una mente enciclopédica, capaz de operar en la frontera de varias ciencias y sintetizarlas. Por otra parte, y a pesar de todo lo que se cuenta sobre los equipos científicos, sigue siendo cierto que son los individuos los que hacen los descubrimientos.
Los grandes descubrimientos de nuestra época, sobre todo en el campo de la física, han sido obra de personas concretas. Filipov no andaba sobrado de dinero, pero tampoco tenía que someterse a formalidades administrativas para fabricar un aparato, y esto le permitió avanzar de prisa. Téngase en cuenta, además, que Filipov trabajo en una época en que la ciencia de las hiperfrecuencias estaba solo en sus comienzos, y los pioneros tienen, muchas veces, una visión muy clara de campos que no serán descubiertos hasta varios siglos después. Preguntémonos si el zar de Rusia, Nicolás II, al ordenar el asesinato de Filipov y la destrucción de su libro y sus papeles, no salvo al mundo de la aniquilación. La cuestión merece ser examinada, Filipov fue asesinado en 1903. Si hubiese publicado su procedimiento, este habría estado a punto y en condiciones de ser utilizado durante la guerra de 1914-1918. Y todas las grandes ciudades de Europa, y tal vez de América, posiblemente habrían sido destruidas. ¿Y qué hubiera pasado durante la guerra de 1939-1945? Si Hitler hubiese conocido el procedimiento de Filipov, ¿no habría destruido completamente Inglaterra? Y los americanos, ¿no habrían aniquilado el Japón? Desgraciadamente seguramente tengamos que responder afirmativamente a estas preguntas. Por consiguiente, es posible que el zar Nicolás II , generalmente vilipendiado, deba figurar entre los salvadores de la humanidad. ¿Qué pasaría hoy si alguien descubriese la manera de utilizar el procedimiento de Filipov para transmitir a distancia la energía de las explosiones nucleares? Seria, evidentemente, el Apocalipsis y la destrucción total del mundo. Este punto de vista, ya se trate del invento de Filipov o de otros inventos, empieza a ser compartido por muchos. La ciencia moderna se ha vuelto hoy demasiado peligrosa, y hay serias advertencias formuladas por sabios eminentes. Son unas advertencias muy graves. Por lo demás, los dirigentes del movimiento “Sobrevivir“, profesores Grothendieck y Chevalley (1976), no se conformaron con esto, sino que pretendían aislar completamente la ciencia e impedir también la colaboración entre sabios y militares. El invento de Filipov, empleado con fines militares o revolucionarios, parece ser de aquellos que pueden aniquilar por entero una civilización. Es evidente que los descubrimientos de este tipo no deberían difundirse.
Y, sin embargo, pueden tener también aplicaciones pacificas; como la posibilidad de transmitir la energía a distancia, como predijo Tesla, y, de este modo, industrializar rápidamente los países que tengan necesidad de ello. Algo que había impresionado vivamente al escritor Gorki. Glenn Seaborg, que fue presidente de la comisión americana de energía atómica (1976), anuncio posibilidades análogas mediante una energía que vendría del cielo en un haz de ondas y que permitiría industrializar países en vías de desarrollo, sin producir la menor contaminación. No habló de aplicaciones militares, pero esto se debe sin duda a que no está autorizado para hacerlo. Lenin conocía a fondo la obra de Filipov, que, ciertamente, influyo mucho en el. El célebre artículo Materialismo y Empirocriticismo, sobre el carácter inagotable del electrón, procede directamente de un trabajo de Filipov. Éste, además de sabio deseoso de publicar, era un revolucionario. Como ya hemos indicado, habría revelado su descubrimiento sobre la transmisión de la energía de la explosión, y lo hubiese hecho sin darse cuenta de que, con ello, iba a destruir el mundo. El problema de la aplicación de las ciencias y las técnicas a la guerra tiene una gran importancia. La mayor parte de los congresos científicos llegan, cada vez con más frecuencia, a la conclusión de que hay que sofocar ciertos descubrimientos y volver, más o menos, a la actitud de los antiguos alquimistas. En otro caso el mundo perecerá. Esto no es una justificación de los “Hombres de Negro“, sino reconocimiento de un problema existente. Tal como hemos dicho, el famoso científico Fred Hoyle, abordando el problema desde otro ángulo, escribió: “Estoy persuadido de que se pueden escribir cinco líneas, y no mas, que destruirían la civilización” En 1976, Hoyle era, sin duda alguna, uno de los hombres mejor informado del planeta en todo lo referente a la ciencia moderna y de lo que es capaz de hacer. El caso Filipov constituye probablemente una nueva fase de la historia de los libros condenados. En vez de remontarse a un saber muy antiguo, el manuscrito de Filipov daba la clave de descubrimientos muy modernos. Filipov tenía una mentalidad realmente enciclopédica, que sabía todo lo que podía saberse sobre ciencias en 1903. Por esto hizo su descubrimiento, descubrimiento que fue la causa de su muerte. Podemos preguntarnos cuantos otros descubrimientos análogos no han sido deliberadamente disimulados y destruidos. Hay que reconocer que quienes destruyesen este tipo de manuscritos serian unos bienhechores de la humanidad. Y, con respecto a los manuscritos antiguos, sabemos que los hay dedicados a estos temas. Pues, si se puede fabricar una bomba de hidrogeno en un hornillo de gas, cosa que puede ser posible, es preferible que ese procedimiento alquímico de fabricación no sea dado al público. Si alguien conociese el secreto de Filipov, encontraría sin duda alguna las piezas sueltas necesarias para construir el aparato. Y podría provocar explosiones a muchos kilómetros de distancia.
Existen, según se dice, listas de inventos demasiado peligrosos. Una de ellas se cree que contiene no menos de 805 artículos. Si alguien redactase un texto comprensivo de todos ellos y lo publicase, batiría la marca de los libros condenados. También cabe imaginar un manuscrito a lo Fred Hoyle, que no contendría inventos peligrosos sino ideas peligrosas. Serían esas “frases de cinco líneas” que pueden cambiar el mundo. Si alguien lo redactase, puede dedicarlo a la memoria de Mijail Mijailovich Filipov, el sabio que murió, por un libro condenado antes de publicarse. Como vehículo de ideas, críticas, debates y conocimiento, y como enemigos de tiranías, integrismos y fanatismos políticos, religiosos o filosóficos, los libros, escritores y bibliotecas han sido perseguidos, censurados, escondidos o destruidos a lo largo de la Historia, sin distinción de civilizaciones o culturas. Uno de los casos más dramáticos y antiguos de censura del conocimiento que se conoce fue el del emperador chino Shi-Hoang-Ti, quien en el 213 a.C. mandó destruir todas las obras escritas, enterró vivos a más de cuatrocientos escritores y decretó que cualquiera que guardase tablillas de bambú o madera escritas, correría la misma suerte que los sabios asesinados. Casos más recientes, como el del escritor británico Salman Rushdie, condenado a muerte por el régimen de los religiosos iraníes debido a su libro “Versos Satánicos“, demuestran que la hoguera de la Inquisición sigue encendida. De todas las invocaciones satánicas, el ritual más universal está presente en el “Libro de Thot“, en “Las Clavículas de Salomón“, en los textos revelados de Nicolás Flamel, en “La Cábala“, en “Los Secretos“, de Alberto Magno, y, con ligeros cambios, en muchos otros textos fundamentales del ocultismo, tales como “El Gran Grimorio del Papa Honorio“. Como ejemplo, reproducimos el “Enchiridión“, de León III: “El 1 de noviembre, a las doce de la noche, enciérrate en una habitación que estará toda cubierta de paños negros, teniendo como único mueble un mesa de tres pies y sobre ella dos cirios de cera encendidos, en medio de ellos un cráneo humano; desnúdate por completo, y en pie, con la mano izquierda sobre la calavera y sosteniendo en la derecha un tridente, elevarás la vista al techo de la habitación, que también estará cubierto de un paño negro y pronunciarás mentalmente esta frase: !Booz! !Adonai! Lux, Tenebrol, !Belial! Os detendréis un momento y luego diréis: “Rey de los infiernos, poderoso señor a quien el mundo rinde culto en secreto; tú que dominas desde los antros tenebrosos del infierno hasta la superficie de la tierra y sobre las aguas del mar: espíritu infernal que todo lo puede, yo te adoro, te invoco, te pido y exijo después de entregarte mi alma para que de ella dispongas que abandones las regiones infernales y te presentes aquí dispuesto a concederme lo que te pido de todo corazón y con el alma condenada te entrego mis tesoros, mi dicha entera si accedes a mis ruegos. Ven a mí, Rey y señor, soy tu siervo, ninguna imagen ni objeto religioso hay en mi casa, preséntate sin temor de ser desobedecido; llega…, desciende, penetra…, sube…, Luzbel…, Satanás…, vea tu sombra majestuosa este tu esclavo, Maldito, maldito sea el día que sobre mi cabeza derramaron agua; Satán, Satán, soy tuyo…” . Concluida esta invocación se traza con el tridente un triángulo en el aire y el diablo aparece dentro de las tres líneas sobre un foco luminoso; en este instante échate en el suelo boca abajo y mientras la sombra diabólica te cubre con las dos manos, pide en voz alta lo que desees y se te concederá, pero ten prudencia y valor; si oyes ruido no te amedrentes y si el señor de los infiernos te habla no contestes en alta voz sino mentalmente. Se ha de tener especial cuidado de no mirar el foco de luz”.
Encontramos otro investigador que tuvo una espectacular demostración de la facultad de desvanecerse literalmente en el aire de los Hombres de Negro, cuando tres hombres le visitaron en su trabajo, a primera hora de la mañana, ordenándole que abandonase ciertas líneas de investigación que estaba siguiendo. El les aseguró que ya había pensado hacerlo, y se marcharon por una puerta cercana. El les siguió inmediatamente, abriendo la puerta sobre un pasillo vacío impregnado de un olor como el que hubiera dejado una fuerte descarga eléctrica. En un instante, los hombres se habían esfumado. En su libro The Mothman Prophecies, John Keel tiene constantes tropiezos con los Hombres de Negro. Estos intervienen sus llamadas telefónicas, tratan de secuestrar a los que han tenido contacto con los ovnis, amenazan a todo el mundo, y hacen la vida imposible dondequiera que vayan. A veces se expresan con bastante claridad; otras parecen tener problemas para transmitir unas ideas que tengan sentido. Uno de los más interesantes contactos con los hombres de negro tuvo lugar el 9 de enero de 1967 en casa de Edward Christiansen, en Wildwood, New Jersey. A las cinco y media de la tarde, un hombre de extraño aspecto llamó a la puerta. Cuando le abrieron, dijo que pertenecía a la Oficina de Localización de Herederos, y que era posible que el señor Christiansen hubiera heredado mucho dinero. Se hizo pasar al forastero, y se vio que era un tipo poco corriente, con una estatura por lo menos de dos metros, hombros muy anchos, y que debía pesar alrededor de los ciento cincuenta kilos. Llevaba un largo abrigo negro de tela muy fina, y un gorro de estilo ruso. Al quitárselo, descubrió una gran cabeza con el pelo cortado al rape y una zona perfectamente redonda que parecía afeitada. Tenía los ojos saltones y uno de ellos era vidrioso y mal sincronizado con el otro. Gigi, el perro de los Christiansen, le cogió una aversión inmediata, que hizo patente con sus gruñidos y ladridos. El hombre empezó a hacer una serie de preguntas sobre los datos personales de Edward Christiansen, dando la explicación de que era para averiguar si se trataba del hombre que mencionaba el legado. Tenía una voz curiosamente metálica, que parecía emitida por el altavoz de un computador, monótona y fría. Cuando se sentó, sus pantalones, ya bastante cortos, se levantaron, y Mrs. Christiansen y su hija Connie observaron fascinadas un cable verde que le salía del calcetín y subía por su pierna, pareciendo entrar en ella por una muesca antes de perderse en sus pantalones.
Con esto y con su singular aspecto pálido y enfermizo, aquel forastero tenía una apariencia singular. Cuando se le ofreció tomar algo rehusó, y dijo que dentro de diez minutos necesitaría un vaso de agua. Durante la entrevista, la familia observó que su rostro se iba poniendo cada vez más rojo, hasta que terminó pidiendo el vaso de agua, que se bebió de un trago con una gran píldora amarilla. Esto pareció devolverle a sus estado normal. Al terminar la visita. Mrs.Christiansen decidió observar su marcha. Desde la oscuridad de la puerta de su cocina, le vio hacer una señal con la mano, y un Cadillac negro del año 1963 surgió de las sombras con las luces apagadas. El desconocido entró en él y se fue. Al día siguiente, el señor Christiansen recibió una llamada telefónica con una voz femenina que le explicó que la persona buscada había sido localizada en California. Curiosamente, el anterior mes de noviembre la familia Christiansen había visto un ovni. Parece ser que esto fue lo que provocó la visita de los hombres de negro, aunque no se mencionó para nada durante la visita ni se le hizo amenaza alguna. La saga de los Hombres de Negro está tan llena de incongruencias como todos los demás aspectos de las experiencias con ovnis. Llegan en limousines negras, y vestidos con trajes negros a la moda de los años veinte. Todo lo suyo es raro: sus ropas, su manera de hablar; sus carteras, peines y efectos personales son siempre nuevos; sus coches, aunque sean modelos antiguos, tienen el aspecto y el olor de salir de fábrica. El visitante de los Christiansen parecía casi una réplica del monstruo de Frankenstein, con voz de computador, cable subiéndole por la pierna y todo el equipo. También es interesante el detalle del vaso de agua, porque todo gasto considerable de energía psíquica parece quemar la humedad del cuerpo. El individuo concretó mucho la duración de la visita: sólo cuarenta minutos… ¿Es ése el tiempo durante el cual se puede sostener la apariencia de un cuerpo físico? Se han presentado muchas teorías sobre la identidad de estos hombres de negro. Unos dicen que son agentes del gobierno americano; otros que son miembros de una antigua raza terrestre que vive en remotas regiones de la tierra, desconocida de los hombres. Existe también la teoría de que son los “malos” entre nuestros hermanos del espacio, sean quienes fueren. No sorprende que tengan que ver con los ovnis, ya que añaden una nueva y amenazadora dimensión al drama, y acrecientan el misterio de una cuestión que ya está saturada de elementos alucinantes. No hay duda de que son peligrosos, pero se trata de unas fuerzas inexplicables que han estado siempre con nosotros y que, mientras no hayamos aprendido los misterios asociados al fenómeno, seguiremos en contacto con ellos por una u otra razón.
La opinión más extendida, incluso entre los defensores del fenómeno ovni, es que los Hombres de Negro son un elemento puramente folclórico dentro de la ufología, fruto de la influencia mediática, la imaginación colectiva y la autosugestión. Pero hay estudiosos que opinan que debe haber cierto elemento real en el tema, debido a casos de extorsión y amenaza ocurridos a investigadores, como Bender. Una posible explicación es que el mito surgiera a raíz de la vestimenta de colores oscuros que utilizan muchos agentes de la CIA, el FBI y el Servicio Secreto. Las películas con Hombres de Negro son probablemente el principal referente sobre el tema. Cabe destacar que en el cómic original los hombres de negro no sólo combatían extraterrestres sino también demonios, mutantes como los X-Men, etc. Además, eran los verdaderos gobernantes del mundo y podían utilizar métodos más oscuros para preservar el secreto, como el asesinato de testigos. Las películas basadas en el cómic difieren, ya que se concentran sólo en extraterrestres. En ellas se indica que los hombres de negro son una agencia del gobierno (y no el gobierno per se) y utilizan métodos más benévolos (como borrar la mente) para mantener el secretismo. Los hombres de negro también parecen ser los inspiradores de los Vigilantes en la película Dark City y del Agente Smith en la saga de The Matrix. Algunas series televisivas han hecho uso de la imagen y mitología de los hombres de negro, quienes aparecen por ejemplo en la serie de ciencia ficción/terror The X-Files, así como los Observadores en la serie Fringe. El programa de televisión CQC (Caiga quien Caiga), así como sus adaptaciones de otros países, tienen una estética basada en la supuesta apariencia de los hombres de negro. En la serie francesa Código Lyoko hacen apariciones recurrentes los hombres de negro. Visten con uniformes militares de alta graduación, o con trajes impecables y negros de corte anticuado pero nuevos, presentan credenciales falsas, su piel es pálida o aceitunada, se mueven solos o en grupos de tres usando en sus desplazamientos un coche negro antiguo pero nuevo. ¿Son agentes de alguna organización secreta o auténticos extraterrestres? Hay quien defiende su existencia desde tiempos bíblicos, pero la historia moderna sitúa sus comienzos en la segunda mitad de este siglo.
Por otra parte, en enero de 1953 en Washington hubo una reunión secreta a la que acudieron importantes científicos y dirigentes de la CIA, llamados por el doctor H. P. Robertson. Configuraron un comité que discutió las implicaciones de las constantes intromisiones en el espacio aéreo de los EE.UU. por parte de objetos volantes no identificados que ponían en alerta a las fuerzas de defensa. Se barajaron los riesgos de tomar una de ellas como un ataque de la URSS, o que un verdadero ataque fuera camuflado como otro incidente OVNI. Se consideró también el impacto psicológico en la población que produciría el falso o cierto rumor de una invasión extraterrestre. Se optó por investigar el tema en secreto mientras que se desacreditaban a los testigos o investigadores del tema, se silenciaba a cualquiera que pudiera hablar y se elaboraba una campaña de desinformación. La campaña dio resultado de modo que el público dejó de tomar en serio a los ufólogos. Además, se introdujeron agentes de la CIA en cargos directivos de importantes de organizaciones ufológicas (NICAP y APRO) para conducir las investigaciones por caminos equivocados y mantenerlos bajo control. De acuerdo con esto, los famosos MiB podrían ser agentes del gobierno encargados de silenciar testigos a la vez que desacreditarlos al describir sus extrañas visitas. Sin embargo lo cierto es que la cantidad de casos también alarmó a los altos cargos del Pentágono. El coronel George P. Freeman, portavoz del Pentágono, reconoció en febrero de 1967 que: “hombres misteriosos con uniformes de las fuerzas aéreas o luciendo credenciales de agencias gubernamentales, han venido silenciando a testigos de OVNIs“. Reconoció también haber investigado numerosos casos sin poder identificar o atrapar a los autores, que estaban cometiendo un delito federal al asumir cargos que no poseían. Lo cierto es que estos MiB existen y su finalidad es la de mantener oculto el fenómeno OVNI, aunque su procedencia y propósito último se hallen ocultos. Para muchos pertenecen a una organización secreta. Sin embargo, lo extraño de su aspecto y modo de actuar hace pensar que puedan ser realmente parte del fenómeno extraterrestre. Las personas que han recibido sus visitas siempre se han mostrado extrañamente relajadas ante su presencia a pesar de lo raro de su aspecto. Sólo recuerdan el aspecto general del MiB sin poder entrar en detalles y la única vez que se fotografió uno su cara salió en negro. La manera de presionar a sus víctimas nunca es directa. Se les convence de que lo que vieron era otra cosa, que estaban ebrios o que quizás no le convendría hacerlo público. Para ello usan “trucos“, como cambiar el color de sus ojos o los rasgos faciales, hacer desaparecer objetos o abrir y cerrar puertas sin tocarlas. Otras veces se contentan con aparecer en una oficina reteniendo a sus ocupantes durante un tiempo para luego irse por donde vinieron sin más. Quizás sean agentes del gobierno que se comportan de manera estudiadamente extraña, o quizás agentes extraterrestres. Pero, en ambos casos, encargados de silenciar testigos. ¿Con que fin?
El Tarot es denominado “la Clave Universal“. Es como una llave de una cerradura. Eliphas Levy dice al respecto: “Era un alfabeto numeral y jeroglífico manifestado mediante caracteres y números una serie de ideas universales y absolutas; luego, una escala de diez números multiplicados por cuatro símbolos y unidos junto por doce figuras representando los doce signos del zodiaco, más cuatro genios, los de los cuatro puntos cardinales“. El nombre “Tarot” deriva del dios Thot, personaje mitológico anterior a los egipcios. El esplendor, la gloria y el tecnicismo conservado en la civilización egipcia tiene como base las enseñanzas del Libro de Thot. La antigüedad de ese libro es de 10.000 a 30.000 años. Thot, su creador, era en realidad un escriba atlante y se le representa como un ser humano con cabeza de ibis. Su morada era Hermópolis, ciudad a la que se accedía por túneles secretos y se la sitúa en el mundo subterráneo. Su entrada principal estaba bajo la Gran Pirámide o quizá bajo la Esfinge. Las cartas de Tarot, que corresponden a las láminas del Libro de Thot, aparecen por primera vez en China en el año 1120. Luego su aparición se va extendiendo a lo largo del planeta. En 1546 se produce el primer intento de referirse al Tarot como símbolo esotérico. Guillaume Postel llega de Oriente, donde realiza estudios que lo llevan a la conclusión de que TARO-ROTA y ATOR son las cuatro letras del Tetragrammaton, que significa “nombre del Señor“. Tetragramaton significa la dominación del espíritu humano sobre la naturaleza. Con este símbolo mágico podemos mandar a las criaturas elementales que pueblan las regiones del fuego, aire, agua y tierra, Ante este símbolo tiemblan los demonios. Es un talismán de protección total. Puesto en la puerta de una casa, con la punta superior de la estrella siempre hacia arriba, no permite el paso a ninguna vibración negativa. El mejor Pentagrama contiene los siete metales que corresponden a los siete rayos y a los siete metales esotéricos: Plata, para la Luna; .Azogue para Mercurio; Cobre, para Venus; Oro, para el Sol; Hierro, para Marte; Estaño, para Júpiter; Plomo, para Saturno. Antiguas costumbres colocan este talismán en la entrada de logias y centros de estudios esotéricos para abrir el entendimiento de lo oculto, atrayendo la bendición de los seres de luz, o ángeles.
La estrella flamígera es el hombre, representando al microcosmos. El vértice superior es la cabeza, los laterales son los brazos, los vértices inferiores son las piernas. Es el hombre dominando los cuatro elementos y los seres que viven en ellos: las Salamandras del fuego, los Gnomos de la tierra; los Sísifos del aire y las Ondinas y Nereidas del agua. El Pentagrama está situado dentro de un cuadro y de un triángulo que también encierra un círculo. Es el símbolo perfecto. Si queremos entender que significa esta estrella de cinco puntas, tendremos que empezar diciendo que se trata de uno de los principales símbolos de la magia, en todos sus aspectos. Sus denominaciones son variadas: Pentagrama, Tetragramatón, Microcosmos. El Pentagrama expresa la dominación del Espíritu sobre los elementos de la naturaleza. Dispuesta de manera que tenga una punta sola hacia arriba, significa Teurgia o magia blanca. El mago blanco actúa solamente como un instrumento en las manos de Dios mientras que el mago negro, llamado Taumaturgo, piensa que es él quien hace las cosas. En 1868 se encuentra el papiro de Turín, que es publicado en París. Al ser descifrado se puede leer en él la historia de una conspiración contra el Faraón y sus consejeros con la finalidad de asesinarlo. La forma de llevar a cabo la macabra tarea se encontraba escrita en un extraño libro que obraba en poder de los Sumos Sacerdotes de la Gran Pirámide. Al ser descubierta la conspiración, sus autores se suicidaron, pero el libro no apareció. Entrando en la época de la civilización egipcia, se sabe que el faraón Ramsés II poseía el verdadero Libro de Thot. Kaumás, su hijo, es depositario del libro del conocimiento oculto, que le enseñaba cómo descifrar y dominar los secretos de la tierra, el mar, el aire y los cuerpos celestes. Asimismo confería la facultad de asimilar el idioma de los animales, devolver la vida a los muertos y obrar sobre mentes distantes y cercanas. Empero, aunque poseer estos prodigiosos conocimientos podía ser algo maravilloso, Kaumás no soporta, por alguna razón misteriosa, la presencia de este libro cerca de él y decide quemarlo. No obstante, el libro no logra ser pasto de las llamas. Parece que había una razón mágica pero coherente. Al ser fruto del fuego, era incombustible. Entonces lo guarda en un lugar secreto donde, una vez guardado, ni él mismo podría tener acceso. Sin embargo, alguien tuvo acceso al tan bien escondido “libro prohibido“. Nefer-Ka-Ptah, hijo de faraones, era devoto adorador de sus dioses y tenía como maestro y guía a un antiguo sacerdote de la Gran Pirámide. Dicho sacerdote conocía la existencia del Libro de Thot y sabía también el lugar exacto donde lo había guardado Kaumás.
Pocos días antes de abandonar este mundo y sabiendo que su vida tocaba fin, el sacerdote llama a Nefer-Ka-Ptah y le pide que recupere el libro que se encuentra sumergido en el fondo del río Nilo, aunque en perfectas condiciones, pues estaba dentro de tres recipientes que encajaban perfectamente uno dentro del otro. El peso del “Portalibro de Thot” ascendía a varias toneladas. El cofre era permanentemente custodiado por escorpiones, serpientes venenosas y una serpiente inmortal cuya procedencia se decía era interplanetaria y había sido depositada allá por los “Eternos Custodios del Libro de Thot“. Ante la imposibilidad de realizar él solo la tarea, Nefer-Ka-Ptah pidió ayuda a un sacerdote de Isis que era mago y que le proporcionó un aparato mágico para elevar objetos muy pesados. Entonces cortó la serpiente inmortal en dos, cuidando de destruir una de las dos mitades para que no se uniera nuevamente, formando así una nueva serpiente inmortal. Se dirigió con el Libro de Thot al palacio y, una vez allí, abrió la primera página. Un extraño destello que emanaba del libro hirió su visión. No obstante continuó leyendo y aprendió a través de sus enseñanzas el lenguaje oculto de los números, la forma de comunicarse con aquellos seres que habitan galaxias muy lejanas, métodos de clarividencia por medio del estado puro de la conciencia, la situación exacta de las entradas a los mundos dimensionales y a los mundos subterráneos. Pero aprendió una ciencia que lo llevaría irremediablemente al fin de sus días por medio de la destrucción. Sucedió al construir un espejo mágico que no devuelve la imagen del que se mira en él, sino las horrendas entidades que suelen dominar los pequeños y grandes actos de aquellos que no han adquirido unidad de conciencia. Desde aquel momento,Nefer-Ka-Ptah no pudo mirarse más en ningún espejo que no fuera ése, pues ningún otro reproducía su imagen. Enloqueció y una noche se quitó la vida. Cuando lo encontraron, su cabeza se encontraba apoyada sobre un extraño espejo que reproducía fielmente la imagen del faraón Nefer-Ka-Ptah, mientras su mano derecha aprisionaba “el libro prohibido“.
Thot se había vengado desde su país “más allá del río” y lo había hecho de la manera más sencilla, según lo que decía en su libro: “Obrando sobre la mente distante o cercana de otra persona“. En el año 300 a.C. reaparece nuevamente Thot, pero con otro nombre, Hermes Trimegisto, creador de la alquimia. Comienza entonces la etapa de los magos, más conocidos como alquimistas, cuyo conocimiento, según ellos mismos afirmaban, les había sido transmitido por medio de un libro que poseía Hermes. Sin embargo, aquellos “alquimistas” que decían poseer el saber oculto por medio de un libro hermético, que no era otro que el Libro de Thot, sufrieron accidentes fatales. Dentro del Corpus Hermeticus, hay un texto, el “Asclepius“, en el que se comenta el poder casi absoluto que poseían las civilizaciones desaparecidas. Dice así: “Nuestros antepasados construyeron estatuas y, mediante un libro desconocido y de una sabiduría inexplicable, lograron establecer contacto con la civilización que los precedió y éstos le enseñaron a crear almas; luego las estatuas sin vida se convirtieron en sus grandes dioses“. Luego continúa: “Estos señores que estaban presentes y en actividad en los tiempos en que Jesucristo vino a la Tierra se retiraron durante la decadencia de la civilización egipcia hacia su morada eterna e inmortal, que se encuentra situada más allá de las montañas de Libia“. Sin embargo, ¿cómo circulan actualmente barajas de naipes denominadas Tarot? Se sabe que son copia bastante fiel de aquellas láminas que llevaron al desastre a Kaumás y aNefer-Ka-Ptah. La Orden del Temple tuvo acceso en una oportunidad al ya famoso y temido libro de Thot. Todo lo que hizo fue copiar las imágenes que ofrecían unas láminas y luego realizó un fichero de ellas, que han llegado a nuestros días bajo el nombre deBarajas de Tarot. Según Christian Pitois, funcionario de la época de Napoleón III, estos Tarots encierran el verdadero conocimiento oculto del Libro de Thot. Pero al ser en este momento accesibles a cualquiera, curiosamente resulta mucho más fácil de lograr que sus secretos no sean revelados que si se lo catalogase de Libro Prohibido. Una ágil y estratégica maniobra de los Hombres de Negro para lograr mantener el verdadero secreto del Libro de Thot es permitir su natural circulación, pero ridiculizando su utilización. Evidentemente, el ser humano aún no ha llegado a comprender que, cuanto más simple y puro es el conocimiento, es cuando verdaderamente encierra el gran secreto, que no se advierte por estar a la vista. Se sabe que el Libro de Thot reposa custodiado por seres inmortales. Sin embargo, tal vez podrá encontrarse nuevamente en el momento en que se logre penetrar en las cámaras subterráneas que aún permanecen inaccesibles para los investigadores.
Uno de los libros más temidos y escondidos por los ocultistas, debido a su origen extraño e ignoto, es, sin lugar a dudas “Las estancias de Dzyan”. A finales del siglo XVIII y en los albores del XIX, el astrónomo francés Jean Sylvain Bailly hace alusión a un libro llegado de la India, pero cuya procedencia era del planeta Venus. Ya en pleno siglo XX, Louis Jacolliot da al enigmático libro el nombre al que se hace referencia. Como uno más de la larga lista de libros cuyo contenido parece poseer dinamita, también éste determina que aquellos que lo poseen sufran extraños accidentes, por lo general fatales. Sin embargo, es Helena Petrovna Blavatsky quien da a conocer Las estancias de Dzyan. Extraña mujer Madame Blavatsky. Una breve historia de su vida nos llevará mejor a encaminarnos por los peligrosos senderos de Las estancias de Dzyan. Nació el 30 de julio de 1831, bajo el signo de Leo. Era una niña precoz que solía llamar la atención de cuantos la rodeaban. Se rebelaba contra toda rutina exigida. Era exclusiva, original, agotaba la paciencia de aquellos que fueron sus maestros de escuela; pero asombraba su enorme capacidad para aprender lenguas extranjeras, así como su facilidad para asimilar los conocimientos. El secreto de su magnetismo residía en sus innegables y, a la vez, extraordinarios poderes psíquicos. Los elementos naturales innatos de los que se valía Helena Blavatsky para producir sus extraños fenómenos eran un enorme bagaje de conocimientos mágicos, sumados a su contacto con maestros ocultos. Era formidable su intuición en relación con los problemas filosóficos, el origen de las razas y los fundamentos de las religiones. Asimismo, destacaba su enorme facilidad para descifrar símbolos cabalísticos sumamente primordiales; Eran sorprendentes las circunstancias que rodeaban a su persona, tales como incendios voraces cuyas llamas no quemaban, aparición de dibujos y escrituras en papeles en blanco, materialización de objetos perdidos, campanas que sonaban sin que nadie las tocase, etc. Madame Blavatsky tiene acceso al libro “Las estancias de Dzyan” de una forma misteriosamente dramática. El enigmático Libro de Dzyan, como lo llamó nuestra Blavatsky, se encuentra en la “Gran Biblioteca Universal” cuya “sede central” está situada en una enorme estancia, a algo más de 250 metros de profundidad bajo la cadena del Himalaya, y que es propiedad del Rey del Mundo.
Ningún ser humano tiene acceso al Gran Libro de los Misterios Develados. No obstante, Helena Blavatsky tuvo acceso a él por “imposición” de su maestro. Una tarde, encontrándose Madame Blavatsky en El Cairo, ve materializarse, ante sus acostumbrados ojos a este tipo de fenómenos, un libro que no poseía tapas sino que eran tablillas labradas de símbolos. Como comprendía todo tipo de simbología, comenzó a notar las enseñanzas que le brindaban esas tablillas y así tuvo acceso al conocimiento más extraordinario que puede tener el ser humano. Obran en poder de Jefferson Crew hijo unos manuscritos del coronel Olcott que son una especie de diario que comienza el día 17 de febrero de 1879, día en que el coronel Olcott pisó por primera vez tierra hindú y donde permaneció hasta el día de su muerte. Olcott era un gran amigo de Helena Blavatsky, al punto de haber recorrido el mundo a su lado, como amigo, protector y colaborador. Se puede decir que, durante 28 años, este señor recopiló temas realcionados con Blavatsky. En el capítulo que se refiere a “Las estancias de Dzyan”, tomado directamente al dictado de Madame Blavatsky, se lee lo siguiente,: “La palabra cainismo significa: Religión-Sabiduría; una antigua religión, de más de 85 siglos, que fue patrimonio y fuente de enseñanza de aquellos seres que habitaban el planeta bajo el nombre de Iniciados, seres venidos de las estrellas. La raza de los hombres venidos de las estrellas, Iniciados; de orden sumo, se denominaban: CAINA o INCA, que regían en aquel momento los pasos de la Humanidad y que luego volvieron a sus refugios subterráneos para seguir rigiendo, hasta nuestros días, los vacilantes y temerosos pasos de un mundo en decadencia que es la Tierra. Los cainas habitaban junto al Rey del Mundo. Las palabras Dzan, Djan, Dzyan, Jana o Dhyana, no son otra cosa que la forma en que los cainas o incas denominaban a su Religión-Sabiduría. El Libro de Dzyan contiene, entre otras cosas, la construcción de armas que funcionan por energía atómica. Quien pueda tener acceso a este libro excepcional creerá estar leyendo una novela de ciencia-ficción. En sus páginas nos dan la pauta de que hace ya cientos de siglos la energía atómica era utilizada y había desencadenado una catástrofe de enorme magnitud”. Hasta aquí lo expuesto por el coronel Henry Steel Olcott en su diario particular. El hecho de haber tenido en su poder el famoso libro fue la causa de las vicisitudes vividas por Helena Blavatsky. El año 1852, Madame Blavatsky se dirige a la India. Allí obtiene, no se sabe cómo, un ejemplar completo del Libro de Dzyan. Lo lleva con ella a todos lados y jamás se desprende de él. Es en esa época cuando es más notoria su predisposición paranormal. Indudablemente era poseedora por ese entonces del “Secreto de la Gran Magia“. A partir de 1855, encontrándose en Calcuta, comienza a recibir avisos. En éstos se le dice que “si no devuelve a su verdadero dueño el Libro corre serio peligro“. Ella hace caso omiso de estas amenazas y continúa utilizando el conocimiento oculto del libro.
En 1860 cae gravemente enferma, desconociéndose el mal que la aqueja, por no poder establecer los médicos un diagnóstico clínico acertado a causa de los extraños síntomas. Hasta 1863, con el libro y la enfermedad a cuestas, huye de un lado a otro por Europa y Asia, ya que la persiguen. En el año 1870, cuando regresaba desde Oriente a bordo de un barco que cruzaba el Canal de Suez, se produce una explosión que termina con el barco y sus ocupantes; sólo una persona y un objeto se salvan milagrosamente del atentado, Madame Blavatsky y el libro Las estancias de Dzyan. En 1871 se dirige a Londres para dar una conferencia de Prensa. Alguien en medio de esa reunión dispara contra ella sin éxito. Cuando se logra apresar al presunto asesino, éste atestigua que no sabía lo que hacía; su mente fue teledirigida y no pudo resistir la orden. ¿Quién poseía o conocía en esa época poderes capaces de influir en la mente humana? Temerosa de que le roben el “Libro” que aún obraba en su poder, decide guardarlo en la caja fuerte de un moderno hotel inglés. Pero el manuscrito desaparece sin dejar rastro. Madame Blavatsky no cede en su intento de continuar dando a conocer el contenido del Libro. Reaparece nuevamente en público, pero esta vez asombra a todos: ha logrado, se desconoce por qué medios, otro ejemplar de Las estancias de Dzyan, otra vez escrito en un idioma desconocido para aquella época y aún para la actual, el “senzar“; según ella un idioma intergaláctico. Decide traducir parte del texto al inglés, y así lo hace; prueba de ello son los fragmentos que el coronel Olcott escribió en su Diario. El presentar en un idioma conocido el perseguido libro da lugar a que sus Enemigos Desconocidos comiencen una acción despiadada que sumirá a Madame Blavatsky en un deplorable estado físico y mental. Las estancias de Dzyan, escritas en senzar y traducidas al inglés, desaparecen misteriosamente de su lado. Helena Petrovna Blavatsky muere en Londres en el año 1891. Antes de su muerte, muy poco tiempo antes, escribe: “Yo, Madame Blavatsky, que pronto habré de morir, visto que estoy injustamente condenada, manifiesto que los fenómenos que son causa de mi prematuro fin continuarán por siempre jamás. Pero, muerta o viva, imploro a mis hermanos y amigos que no los den a conocimiento público para satisfacer la curiosidad de la gente que alega pretensiones científicas. Sobre mi lecho de muerte, en Adyar, el 5 de febrero de 1885″. Una vez más encontramos a los Hombres de Negro en acción; en este caso, en particular a partir de 1855. Consiguieron derrotar a Madame Blavatsky en 1891 y recuperar otro de los tantos libros cuyo contenido abriría las puertas de un mundo desconocido. La conspiración contra el conocimiento oculto continúa y tal vez nunca acabe. El hombre del siglo XX perdió su capacidad de lucha por lograr la evolución perdida; aquella de la que nos enseña a recuperarla el libro por el cual los Hombres de Negro llegan a asesinar:Las estancias de Dzyan.
Entre los numerosos libros prohibidos con los que contaba Madame Blavatsky en su oculta biblioteca, se encontraba el enigmáticoLas estancias de Dzyan, del que hemos hablado. De origen desconocido y extraterrestre, su contenido era terrorífico y exquisito a la vez. Enseñaba la fuerza mágica que contenía el oro. Al hablar de los planetas aclara: “Mercurio, como planeta astrológico, es más oculto y misterioso que el propio Venus, e idéntico al Mithra Mazdlita, el genio Deva establecido entre el Sol y la Luna, y el compañero perpetuo del Sol de la Sabiduría. Es el áureo Mercurio a quien los Hierofantes prohibían nombrar. Es el Argos que vela sobre la Tierra. Mercurio y el Sol son uno; Mercurio se halla tan cerca de la Sabiduría y de la Palabra de Dios (el Sol) que con los dos fue confundido“. Luego habla de las Matemáticas que conocemos y de aquellas que desconocemos. Al respecto dice textualmente en Las estancias de Dzyan: “Cuando la ciencia oficial entre por la senda de la tolerancia, los hombres llegarán a abarcar la armonía del conjunto del Universo. Esa tolerancia sólo se encuentra en su totalidad en las Matemáticas, las cuales degeneraron en simples pruebas numéricas que invariablemente siempre acusan un error, admitido también por la ciencia oficial bajo el término tolerante. Pero el significado de esta palabra es exactitud; cuando la tolerancia en términos matemáticos sea introducida dentro de la ciencia actual, las Matemáticas, cuna no de todas las ciencias sino de toda la energía que generó el planeta, serán mejor conocidas y comprendidas por la Humanidad. El mundo invisible está unido por una inextricable red matemática con el visible“.
Las Islas Británicas se destacaron durante los siglos XVI al XVIII por su hegemonía marítima. La idea de lanzarse a los mares y a su conquista fue de un hombre llamado John Dee. Fue él quien concibió la idea de un meridiano básico: el de Greenwich, así como también fue él quien introdujo por primera vez dos globos terráqueos, que trajo desde Lovaina junto con los instrumentos de navegación marítima. Un solo hombre influyó decisivamente en convertir las Islas Británicas en soberana de los mares. Pero, ¿quién era John Dee? Nació en Londres en el año 1527 y falleció en 1608. Era notorio por sus extraordinarios conocimientos matemáticos y científicos. Cursó estudios en la Universidad de Cambridge y se distinguió por su elocuencia e inteligencia que, si bien lo llevó a ocupar posiciones destacadas, también fue la que lo condujo a la expulsión directa de la Universidad. John Dee era capaz de fabricar desde muñecos mecánicos hasta extrañas computadoras. Fue un cerebro excepcional, pues en 1540 nadie había pensado en construir algo así. Durante el mes de junio, en la Universidad, se efectuó una representación de teatro de Shakespeare, a la que asistió lo más selecto de la sociedad británica. Para esa oportunidad, John Dee fabricó un enorme escarabajo mecánico, que provocó el pánico y causó que se suspendiera la función. Ello supuso que se procediera a la expulsión definitiva de este inquietante hombre de la Universidad de Cambridge. Los jueces dictaminaron que Dee había cometido brujería. El 23 de mayo de 1581 fue una fecha especialísima para John Dee, pues, tras varias tentativas en el terreno de la física y de la química, logró crear un “espejo mágico“, un espejo de color negro, construido con antracita. Este espejo se conserva intacto en el Museo Británico. La fórmula para mirar en él y descubrir mundos dimensionales se la llevó John Dee a la tumba. He aquí, ciertamente, una obra que influenció a Dee a lo largo de su vida. Se dice que Dee solo necesitó siete días para redactar su obra magna “La Mónada Jeroglífica“, libro cuya interpretación fue controvertida y que daría, entre otros, el medio de comunicar a distancia o de influir sobre el espíritu de las gentes. Tiene 51 años cuando la reina Isabel le presenta a su futura esposa, de la cual llegaría a tener 5 hijos. Se llamaba Jane Fromond. Llevando por fin una vida apacible en el cuadro familiar, consagró todas sus energías y sus estudios en la búsqueda de la piedra filosofal, al menos durante unos años. El año 1582 marcó la vida de John Dee con dos acontecimientos que cambiarían su existencia. En noviembre, se afirma que vio aparecer al Angel Uriel, apodado el “Angel Verde“. Ese acontecimiento inspiró a Gustav Meyrink para su novela “el Angel en la ventana de Occidente”.
Se dice que le entregó una piedra negra, pulida, convexa, cuya singularidad era la de darle la oportunidad de conversar con seres que se encontraban en otro plano de existencia. Bastaba con fijarla con la mirada, intensamente, y los seres aparecían en la superficie de la roca y predecían el futuro. La piedra se encuentra actualmente expuesta en el British Museum. En ese mismo momento, aparece en la vida de John un extraño compañero de estudios, un hombre que se llamaba Edward Kelly Talbot, ese mismo Kelly del cual un tal Alaister Crowley afirmó ser su reencarnación. John Dee andaba buscando a un buen médium para sus trabajos y, desde la primera sesión, Kelly tuvo la visión del Angel Uriel que le reveló su sello secreto, así como las instrucciones para fabricar dos talismanes de la más alta importancia: el Sigilium Aeifmeth (el Sello Divino de la Verdad), y la Tabula Sancta (la Tabla Santa). El Sigilium Aeifmeth era un pentáculo complicado de cera roja, mientras que la Tabula Sancta debía ser fabricada con maderas preciosas, ornamentada con letras enoquianas y con los 7 sellos planetarios. Los dos talismanes eran empleados simultáneamente para invocar a los espíritus. Algún tiempo después, el Angel Michaël se les apareció con el fin de darles sus instrucciones en cuanto a la fabricación de un anillo mágico de oro con el sello idéntico al del rey Salomón, que había recibido para llevar a cabo sus milagros. Uriel regresó con el fin de comunicarles una serie de cuadrados mágicos, así como las 21 letras del alfabeto enoquiano. El arcángel les dictó también un voluminoso manuscrito titulado Liber Logoeth, que sirvió para formar las célebres tabletas enoquianas elementarias. Una aparición importante, fue también la de un espíritu niño, un medio elfo de cabellos rubios llamado Madimi. Fue a partir de entonces, que Dee empezó a anotar en un gran libro llamado Libri Mysteriorum, todas las sesiones de invocaciones. Pusieron en pie un sistema mágico, revelando la existencia de los espacios paralelos conteniendo las jerarquías de las entidades que se pueden asimilar a los ángeles y a los demonios del dogma judeo-cristiano. Fue en el British Museum que MacGregor Mathers redescubrió los documentos y readaptó las prácticas y las ceremonias de la Golden Dawn, pero fue Crowley quien desveló públicamente la magia enoquiana. Las cosas se precipitaron a partir de aquella época. Dee estaba convencido de la veracidad de los mensajes de su médium, y fue sobre sus consejos que empezó con dudosas prácticas de magia. Se les vio errantes en los cementerios, con el fin de practicar sus rituales. Para colmo, inquietos por sus problemas económicos, decidieron viajar con sus respectivas esposas y con los hijos de John. Se les vio en numerosos sitios: en Venecia, en Bohemia, en Praga, en Polonia… dónde fueron invitados por el Príncipe Laski.
La influencia satánica de Kelly se hizo cada vez más importante en los trabajos de Dee, y el escándalo no tardó en llegar, provocando su huída. Dee aprovechó la ocasión para separarse de su médium y, arruinado, volvió a Inglaterra, donde Isabel I le ayudará una última vez, nombrándole para un cargo en el Christ College de Manchester. En 1604, su esposa Jane falleció tras una penosa enfermedad. Solo, volvió a su casa de Mortlake pero acuciado por nuevos problemas económicos tuvo que ir vendiendo por lotes su impresionante biblioteca, lo que no le impidió permanecer en la esperanza de encontrar a otro médium que le ayudara en sus investigaciones. El Angel Gabriel se le apareció en el mes de diciembre, anunciándole que pronto iría a descansar cerca del Emperador de los Emperadores. El 22 de diciembre de 1608, se encontró su cadáver a orillas del río de su casa de Mortlake. Una vez más, la profecía se había cumplido. John Dee dedicó gran parte de su vida a recorrer el mundo y coleccionar extraños escritos, que, por lo general, eran de papiros muy antiguos. Nunca se supo de dónde los sacaba, o quién se los conseguía. Durante el reinado de Enrique VIII, el duque de Northumberland se dedicó a quitar de circulación todo escrito cuyo contenido tocase el tema de la brujería. Para ello requisó todos los monasterios del reino, que eran los lugares por excelencia donde se guardaban semejantes obras. El duque era amigo de John Dee y, en una oportunidad, realizando requisas, encontró en una pequeña abadía del Condado de Essex un manuscrito cuyas páginas semejaban papiro. El texto estaba escrito en forma cifrada y había sido copiado del original por Roger Bacon, considerado el gran mago de su siglo. El Prólogo decía lo siguiente: “Esta es copia fiel del original que se encuentra guardado bajo las montañas que corren sobre la costa Oeste de un lejano lugar situado en el extremo sur del planeta“. Teniendo en cuenta que el “copista” del manuscrito, el científico Roger Bacon, había nacido en 1214 y dejado de existir en 1294, queda bien claro que aún no se había descubierto América. Y sin embargo, de acuerdo a la mención del Prólogo, ese “lejano lugar” que tiene una cadena montañosa que corre sobre su límite Oeste, se supone que era la Cordillera de los Andes, en el extremo Sur de América. Como ya se ha dicho, el Duque de Northunberland y John Dee eran amigos. Cuando el primero encontró en Essex el manuscrito de Roger Bacon, después de leer el Prólogo y ver que las páginas interiores estaban escritas de forma cifrada, recordó que John Dee era aficionado a coleccionar manuscritos extraños y se lo regaló. John Dee trató de descifrarlo, pero no pudo. Sólo logró establecer que la primera parte del escrito decía que ese libro contenía “los secretos de los mundos olvidados y subyacentes“.
En 1586, John Dee regala al emperador Rodolfo II el famoso libro-papiro. A partir de 1666 el misterioso documento pasa de mano en mano y recorre el mundo gratuitamente, sin que nadie logre descifrarlo. Hasta que, en 1962, llega a Estados Unidos, y se encuentra a la venta hasta nuestros días. Su valor sobrepasa el millón de dólares. Un tal Kraus, alemán residente en Nueva York, es quien lo tiene, esperando un posible comprador. La historia del manuscrito, denominado en la actualidad Documento Voynich, es digna de ser explicada: Luego de la desaparición de Dee en 1608, nadie se ocupa del Documento Voynich hasta el año 1666, en que el doctor Marcue Marci, rector de la Universidad de Praga, envía el escrito al jesuita Kircher, experto en criptografía y codificación, para su interpretación. Fue inútil, no logró desentrañar el misterio. Luego se pierde el rastro del documento hasta 1914, en que se lo vuelve a encontrar en el pueblo de Frascatti, Italia, como propiedad de unos jesuitas que tenían un convento allí. El famoso e indescifrable escrito tomará el nombre que actualmente lleva, Voynich, a causa de que el editorialista, W. Voynich, es quien compra a estos jesuitas el extraño documento y se lo lleva a Estados Unidos. En 1916, un caballero de los tantos que habían sido consultados con la finalidad de descifrar el documento, el señor Adolph Cyrus Roidingereht, pide poder hacerlo, pues uno de sus antepasados había sido amigo de Roger Bacon y regaló a su pariente una guía de traducción de un código secreto que utilizaban los habitantes protohistóricos del extremo Sur del planeta y que actualmente obraba en su poder por derecho de legado. Al ponerse el señor Roidingereht manos a la obra descubre que el libro hablaba de una civilización desaparecida cuyos integrantes eran seres de no más de un metro de altura, y que dominaban la fuerza de gravedad, que poseían máquinas que les permitían horadar la roca construyendo grandes ciudades subterráneas y que intercomunicaban con el resto del planeta por debajo de la Tierra; inclusive nombra una máquina llamada “Nilotrosa“. Asimismo muestra un mapa celeste de un sector desconocido del firmamento donde aparentemente figuran dos lunas y dos soles. Cada página del documento está pintada de un color diferente, todos ellos muy vivos y brillantes, semejantes a los del aura humana. Sobre una de estas páginas hay una especie de diccionario de botánica con plantas dibujadas, que son muy singulares. Algunas de ellas parecen tener ojos y son especies desconocidas en nuestro planeta. Hasta aquí lo que pudo descifrar Roidingereht del documento Voynich, pues el 22 de enero de 1917 desapareció misteriosamente sin dejar rastro. Daba la impresión de haberse visto obligado a huir precipitadamente, pues su pipa aún humeaba sobre el cenicero.
Sin embargo, el indescifrable libro había quedado abierto en una de las partes donde figuraban los planos de una extraña máquina semejante a la de las turbinas de los modernos jets y a un costado de una hoja un modelo a escala de lo que sería en la actualidad el avión Concorde. Posteriormente, en 1919, el decano de la Universidad de Pennsylvania, William Newbold, se dedicó a la tarea de continuar descifrando el Voynich. En 1921, ante una rueda de prensa dijo haber descifrado cosas interesantísimas en el documento y se dispuso a dar una serie de charlas sobre el particular. Pero extrañamente, no pudo llevar a cabo esta tarea. Luego se contradijo y cada vez fue más difícil llegar a él. Los Hombres de Negro comenzaron su tarea de contra-ofensiva, ya que el mundo no debía enterarse de que existen “agujeros negros” en nuestra galaxia, ni tampoco la fuerza energética que en ellos se acumula. Newbold comienza a recibir amenazas, algunas de ellas escalofriantes. Muere en 1926 y, al igual que Bacon, se lleva el secreto a la tumba. Sin embargo, aún hasta nuestros días es ardua la tarea de estos “conspiradores contra el conocimiento oculto“. Es preciso que el mundo conozca el verdadero contenido del Voynich. Una pequeña parte del protohistórico documento dice así: “Posee el ser humano una energía muy especial que se gesta en la parte superior del cerebro y su medida es la del ‘volucielo’. Esta es la tercera organización cerebral independiente, cuya sede se encuentra en la columna vertebral. Cada zona intervértebra tiene relación particular con el conocimiento asequible por el ser humano y actúa a modo de archivo o depósito. Las zonas intervértebras están relacionadas íntimamente con el conjunto ‘sonomedular’, que tiene, al igual que el volucielo, su centro de actividad en la parte superior de la cabeza“. Esto es una llamada de atención al mundo porque el documento Voynich habla de una “Tercera Organización Cerebral“, que es aquella mediante la cual las civilizaciones desaparecidas lograron sus impresionantes conocimientos, dado que sabían poner en funcionamiento ese misterioso “sonomedular“, cuya utilización parece que significa descubrir nuestra identidad divina.
Fuentes:
Jacques Bergier – Los libros malditos
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